jueves, 17 de enero de 2013

El oro, los cacharros y una guitarra sin cuerdas



Segundo capítulo de las desventuras del periodista local en paro...
El periodista local en paro se despertó, como todos los días, escuchando las pésimas nuevas sobre la economía mundial. Nada nuevo bajo el sol, pensó, pero esta vez se sintió protagonista de la noticia, estaban hablando de los 8.000 periodistas que este año habían perdido su trabajo y que serán muchos más, agregó el locutor, cuando se materialice el ERE de Telemadrid y el de Canal 9, el de Radio Macuto y Onda Desesperación y tantos y tantos…

En estos momentos de caída a los infiernos económicos, el periodista local en paro recurre a un optimista amigo que siempre le da sabios consejos para sanear su maltrecho bolsillo y que van desde apuntarse a la bolsa de trabajo de la Paramount a la venta de oro y objetos de segunda mano en alguna de las muchas tiendas que pueblan las ciudades españolas. Lo de las encuestas por internet lo tiene ya descartado.
Para lo del oro, recurre a su anillo de bodas que mantiene enterrado en el fondo de un cajón desde que se separó de su santa y a los descartes que de la herencia de su madre hizo su hermana, que ya se sabe que las joyas de las madres siempre se la quedan las hijas, discriminación positiva, que se llama y con el pequeño botín en el hueco de la mano se dirige hacia uno de los establecimientos blindados donde la empleada, tras una fugaz comprobación, le dice que aquello pesa poco y que como mucho, le podrá dar unos 50 euros y nada más… que lo siento mucho, oiga, nada, otra vez será.
A la vista del poco éxito de la venta del oro, decide probar suerte en la tienda de objetos usados, que a lo mejor, quien sabe, me reporta algún dinerillo para afrontar, cielo santo, las próximas navidades. Comienza entonces la operación búsqueda del objeto vendible, a ver, un reproductor de vídeo de hace 25 años, cientos de cds promocionales de revistas y ruedas de prensa, cuando se presentaban proyectos de campos de golf… alisadores de pelo que su ex dejó olvidados, cargadores de móviles, altavoces y cámaras de fotos regalados por alguna publicación de consumo, etc.
Acompañado de su amigo, que llevaba para vender la guitarra sin cuerdas de su hija, desembarca en la tienda de compraventa, saca su ticket, como en la carnicería y tras comprobar cómo rechazan una mesa de máquina de coser, digna de un anticuario y una vieja bicicleta casi inservible, le llega el turno de sacar los tesoros de las bolsas del Mercachoni, que son sistemáticamente rechazados por inútiles. Los cds no valen, tienen que ser originales. Lástima, dice el chico que hay detrás. Si te interesan, te los puedes llevar. Gracias. El vídeo tampoco sirve… lo puedes llevar a una chatarrería, apunta otro de la cola. Lo demás, uf, a ver, sumo, sumo, sumo y al final… mira, os puedo dar 20 euros, incluida la guitarra.
Escondiendo la vergüenza frente a este muchacho que podría ser su hijo, el periodista local en paro coge los descartes y emprende la retirada. El amigo optimista le dice que se quede con los 10 euros de la guitarra, que ya se los dará él a su hija. Gracias, tío, contesta con un hilo de voz. Por cierto ¿podrías pagar tú la zona azul…?, es que el último dinero que me quedaba lo he gastado en la gasolina.
Claro, claro, no te preocupes, ah y podemos intentar lo de vender los libros de segunda mano. Tú piénsatelo y hablamos. 

3 comentarios:

Sarashina dijo...

Joe, qué desánimo, hija. Ya estamos en lo que que estamos. Hasta las periodistas, o quizás esos los primeros, que cuando no queden cronistas, y los que queden estén robotizados por el poder, no habrá quien nos lo cuente. Ánimo y fuerza para todos los de tu profesión.

Christian dijo...

Si ese tipo de establecimiento nos tienen que salvar aviados vamos. Otra forma de aprovecharse de la desgracia ajena.

Anónimo dijo...

La situación de la profesión es agónica.