lunes, 2 de enero de 2012

'Pienso, luego estorbo'. Manifiesto en reivindicación de una vida digna.


He escogido esta fotografía de una pancarta exhibida en una manifestación de los indignados porque pienso que es muy significativa del tremendo momento en el que nos encontramos cientos, miles de trabajadores españoles a los que se nos está impidiendo por uno u otro motivo que podamos ejercer nuestra profesión cobrando un sueldo digno por ello.
Ésta que suscribe, yo misma, lleva o llevo más de un cuarto de siglo trabajando en los medios de comunicación. Radio, prensa escrita y hasta televisión, aunque sea como comentarista. He tocado todos los palos, he hecho información política, cultural, social, sindical, deportiva si se tercia y noticias del corazón, área en la que creo que soy una experta, todo sea porque llevo casi cincuenta años leyendo el Hola todas las semanas.
Hace ya bastantes años, pongamos que a principios de la década de los 90, conseguí lo que poca gente logra, trabajar de lo mío en mi pueblo, o mejor, en mi comarca. Tras unos años en Murcia, he trabajado en radios de La Unión, Los Alcázares y San Pedro del Pinatar y luego me pasé a la prensa escrita, como corresponsal de varios diarios de la Región y mensuales de San Javier, San Pedro y Pilar de la Horadada. También sigo de corresponsal de la radio autonómica de Murcia, labor en la que me encuentro muy cómoda. En resumidas cuentas, otra cosa no, pero experiencia no me falta.
Hace ahora cuatro años, mi vida logró por fin el equilibrio que llevaba muchas décadas esperando. No voy a entrar en detalles de mis muchos fracasos personales o del rosario de problemas de salud que nos sacudió durante varios años a mi familia y a mí, mejor dicho, que yo tuve que asumir, pero que creo que no se diferencian mucho de lo que sufre cualquier españolito medio. El caso es que parecía que los astros se habían conjurado para que el futuro me deparara un tanto de tranquilidad, que para mí es sinónimo de felicidad. Pero el sueño duró apenas dos meses, al tercero llegó el amargo despertar.
Desde entonces, todo ha ido cuesta abajo, el entramado se fue derrumbando poco a poco; cuando parecía que la situación remontaba, llegaba otra vez la caída. La lucha por aguantar, por sobrevivir cuando todo a tu alrededor se pone de color oscuro, va minando la moral y la capacidad de resistencia del ser humano. Es una de tantas historias que escuchamos todos los días en la calle, en la televisión, en los periódicos y cuyo origen no está en nosotros, sino en los sinvergüenzas que dominan nuestra vida y que tienen nuestra felicidad en sus manos. Los que nos engañan, nos chupan la sangre y dirigen nuestro destino desde sus lujosos despachos mientras cobran indecentes e insultantes sueldos sin que se les mueva un músculo de la cara.
Desde que comenzara la crisis, veo cómo mis compañeros, los que como yo han elegido informar de nuestra zona, en su día próspera y ahora sentenciada por culpa de los desmanes urbanísticos de cuatro sinvergüenzas, resisten con orgullo numantino para continuar con este trabajo que nos gusta, pero que sólo nos proporciona angustia y sinsabores. Compañeros que han empeñado su propio dinero sosteniendo medios de comunicación deficitarios, que luchan día sí y otro también por cobrar lo que se les debe desde tiempo inmemorial, que renuncian a su propio sueldo para pagar a sus trabajadores y todo ello aguantando críticas más o menos veladas de quienes se molestan si no les lames el trasero y levitan de gusto cuando se ven en una pantalla o en una fotografía del periódico.
Mis compañeros y yo resistimos sabiendo que tenemos la partida perdida, que esta maldita crisis no remonta ni mañana ni pasado ni el mes que viene, que llegará un momento en el que habrá que arrojar la toalla y dedicarnos a otro oficio... sí pero ¿cuál?. Eso es lo más triste, que no tenemos ninguna salida, más allá de limpiar escaleras o servir copas en un pub los fines de semana.
¿Para esto sirve nuestra experiencia? ¿los muchos años dedicados a esta profesión, las miles de entrevistas, los artículos, el poso que proporciona haber estado en tantos eventos, conocer a todos los estamentos sociales y saber los entramados de la sociedad en la que nos movemos se deben tirar a la basura? ¿qué periodismo queremos para el futuro, el de las agencias y los gabinetes de prensa?. A eso nos encaminamos, a una información uniforme y dirigida para que lleguemos por fin al pensamiento único que tanto persiguen los que dominan nuestra vida y no digo los políticos porque ellos al fin, son, como nosotros, marionetas de otros más poderosos que tienen nuestro destino en sus manos.
Esto es lo que nos depara el año 2012... y ante este panorama me siento como Charlton Heston en la secuencia final de 'El planeta de los simios'. No fueron los otros los que destruyeron nuestro mundo, sino nosotros mismos, el enemigo está en casa.