lunes, 21 de febrero de 2011

Érase una vez una palmerita solitaria

Érase una vez una palmera solitaria que 'reinaba' en el centro de un inmenso solar ubicado entre las calles Francisco Franco y Carrero Blanco de Santiago de la Ribera. Allí estaba ella, más feliz que una perdiz, como único elemento decorativo del solar, que después de muchos años de pedirlo en el Ayuntamiento, finalmente fue limpiado de matojos y porquerías, con gran pesar de las numerosas familias de roedores que por alli pululaban.
La palmera seguía allí tan feliz, ajena a los males del mundo hasta que...

Hagamos un paréntesis con otro cuento: Érase una vez unos hombres malos y codiciosos que no paraban de construir urbanizaciones -cerca o lejos de los campos de golf- para llenarse los bolsillos y comprarse Mercedes y apartamentos de lujo y como las palmeras que se vendían en el territorio nacional eran más caras que las foráneas, empezaron a importarlas de países africanos, donde un bichito llamado 'picudo rojo' se daba unas grandísimas merendolas a costa del juncal árbol de los dátiles.
Esos bichitos transplantados a las urbanizaciones de los hombres malos, causaron unos estragos tremendos que ningún botánico ha sabido atajar.

Pues bien, la palmerita solitaria también sucumbió a la voracidad del picudo rojo y un día comenzó a marchitarse...

Y el hombre bueno que mantenía limpio el solar y los roedores a raya... no pudo salvar a la solitaria y chaparrita palmera y con gran dolor de su corazón, se vio obligado a arrancarla del terreno donde reinaba...

Y ahora, en su lugar, no queda nada, sólo hierbecitas y florecillas silvestres que animan el paisaje y encantan a mi perro Hunito... por eso las 'riega' frecuentemente.
Y colorín, colorado, este cuento ¿se ha acabado?...

martes, 8 de febrero de 2011

Música por el cambio... anda que no somos ingenuos


Un grupo de personas en diversas partes del mundo interpretan 'juntos' esta conocidísima canción que se llama 'Stand by me' ('Cuenta conmigo') y dicen que la música cambiará el mundo... juas, juas, juas.
Como estoy en una etapa de descreimiento total, sólo me quedo con la belleza de la música, sin más.