
Decíamos ayer... más o menos antes de las fiestas navideñas, decíamos... no sé ni lo que decíamos, bueno sí, me acordaba de toda la parentela de los fabricantes de mi coche,´que sufrió una múltiple avería cuyo arreglo me ha dejado todavía más pobre de lo que era. Es decir, pobre y debiendo dinero, como diría mi madre, a todo "el que entra enmonterao en misa".
Luego llegó la Nochebuena se viene, la Nochebuena se vaaaaa.... la Navidad, San Esteban, los Inocentes y el fin de año de todos los años. Es decir, comer, beber y si se puede, otros verbos acabados en 'er'. En esta ocasión me ha acompañado la lluvia, uf, de diez días de vacaciones, nueve y medio han sido lluviosos, algo que detesto profundamente. Arriba el calor, abajo el invierno.
Y para que no haya dudas sobre el buen comportamiento de los ciudadanos en noches de farra y alegría, en el pórtico de la iglesia de El Casar (Guadalajara) luce este cartel que es toda una declaración de principios...

He aquí una sobria iglesia castellana, pétrea como la tierra. Y qué frío hace allí, vive Dios...

Enfrente de la iglesia, el poder civil, el Ayuntamiento, a ambos lados de la plaza. Está a la derecha, para que no haya duda.

Y como la Navidad es tiempo de darse alguna que otra alegría, en Nochevieja nos permitimos el lujazo de devorar estos enormes y deliciosos carabineros. En el horno, con su picadita de ajo y perejil. ¡Quien sabe cuando los volveremos a probar!.
Feliz año a todos. ¡Qué remedio, madre mía!.