
Eso, que caen gotas de lluvia y se quedan en las hojas de la yuca, nada más.
Es que estoy de agua hasta los occipitales.
Agua para todos, no, agua pá las ranas.
Esta mañana se han abierto los cielos y como dicen los ingleses, han llovido perros y gatos, cocodrilos, hipopótamos y hasta caracoles. Claro, lo de los caracoles es más español. Tengo el jardín lleno de caracoles 'gigantes' que en lugar de buscar el sol, caminan despacito buscando un refugio, bajo la hiedra o en las macetas, cualquier rincón es bueno.
Una rosa de otoño en la barandilla, con el molinito holandés de fondo. Jacinto Benavente escribió una obra de teatro que se llamaba 'Rosas de otoño', claro, que se refería al matrimonio en sus años tardíos.
Una regadera pequeñita, adorno de una maceta. Tiene forma de regadera, pero no sirve para regar. ¿Alegoría de la inutilidad de algunos objetos y/o personas...?.

Un pequeño y muy incompleto, fruto del recorrido entre Atocha y la calle Princesa, ahí es nada, pasando por el barrio de las Letras. Ha sido Clares la que me ha dado la idea de abrir esta entrada con una pequeña muestra de la cartelera madrileña. ¡Qué envidia, Señor!. En fin, espero ver algunas de las obras en los próximos meses, algunas de las que están aquí y otras que no.
La librería 'La Celestina', a un paso del Teatro Español. Una maravilla, pero tengo prohibido entrar, mi situación económica no me lo permite.
'La noche de los generales', en el Español. Me encanta Sancho Gracia como actor y creo que el montaje es muy divertido, con mucha mala leche, vamos.
'Groucho me mostró su camiseta'. Homenaje a Vázquez Montalbán, cuyas raíces murcianas son bien visibles en sus obras de Carvalho.

Atendiendo los ruegos de mi público que tanto me quiere y a quien tanto debo, que dirían las folklóricas de otros tiempos, abro una nueva entrada con la historia y la imagen de la Casa de la Rusa de San Pedro del Pinatar, felizmente rehabilitada para fines culturales.
La casa, tal y como luce en la actualidad. Está rodeada de unos espléndidos chalets que dan mucha envidia, la verdad.




