La casa, tal y como luce en la actualidad. Está rodeada de unos espléndidos chalets que dan mucha envidia, la verdad.

La urbanización impide ver la casa desde este ángulo, tal y como se muestra en la foto antigua.
Y ahora, reproduzco un artículo que escribí hace unos años en el periódico en el que trabajaba por entonces... Espero que os guste.
La historia del palacete resulta fascinante porque en ella intervienen importantes personalidades de la sociedad española de los siglos XIX y XX y comienza con Julio Falcó y d’ Adda, barón de Benifayó, un noble italiano que llegó a España acompañando a Amadeo de Aosta. El barón fue senador por la provincia de Madrid en 1886 y senador vitalicio tres años después. Entre sus ilustres parientes destaca la abuela de la actual duquesa de Alba.
La vinculación del barón con San Pedro del Pinatar comienza con su cautividad en la isla Mayor o Conejera, convertida en prisión de la Armada. Acabada su condena, compró la isla que desde entonces se denomina ‘del Barón’ y que está ubicada junto a la isla Perdiguera, llamada así porque era un coto de caza privado del infante don Felipe, hijo del primer rey Borbón en España, Felipe V.
Además de la isla, el barón compró un terreno en San Pedro del Pinatar para construir un palacete, cuyo proyecto fue encargado al arquitecto madrileño Lorenzo Álvarez Capra, autor del palacio del marqués de Mudela.Tras la muerte del barón, la casa la heredó su hijo Julio Falcó García, con cuya madre nunca se casó y tras la muerte de éste, fue adquirida por el marqués de Seslavine, ruso y primo del zar Nicolás de Rusia, casado con una francesa, pero la gente del pueblo empezó a llamar al palacete ‘la Casa de la rusa’ pensando que la esposa también tenía esa nacionalidad. Por otra parte, la isla del Barón fue vendida al conde de Romanones.
Cesión del parque
En los años 30, la casa pasa a ser propiedad de los condes de Villar de Felices, que ampliaron las dependencias secundarias de la casa. La tercera condesa de Villar de Felices, María de la Paz Garnica, donó parte de la propiedad al Ayuntamiento para convertirlo en un parque público que todo el mundo conoce como ‘parque de los patos’.
Finalmente, la ‘Casa de la Rusa’ y el terreno que la rodea, fue comprado a la última condesa Villar de Felices por una constructora, que a vez vendió el palacete al Ayuntamiento de San Pedro del Pinatar, donde finalmente se ubicará el Museo.
Un palacete de diez mil duros
El palacete del barón de Benifayó fue proyectado por el arquitecto Lorenzo Álvarez Capra y según la leyenda que consta en su fachada “fue edificado en el año 1.892 por el albañil de Madrid Vicente Cañadilla”.
Mientras duraron las obras, el albañil Cañadilla se hospedaba en la posada de Casto Conesa, próxima al edificio de la construcción y según testimonio de la nieta del dueño, costó una vez terminado “entre siete mil y diez mil duros”. Cañadilla aseguraba que con esta contrata perdía dinero “pero que se resarciría en otras que tenía en Madrid, como la del edificio del Café del Sol, en la mismísima Puerta del Sol”.
El interior del palacete era un museo en si mismo, con infinidad de cuadros y retratos familiares, una biblioteca de casi cuatro mil volúmenes (repartida entre la casa de San Pedro y la de la isla); manuscritos, incunables e impresiones góticas; panoplias con armas de diferentes épocas y una colección de autógrafos de reyes y nobles, entre otros. El cronista Sánchez Perelló aseguraba que en las mansiones del barón de Benifayó “competían la elegancia y el buen gusto con la sencillez y la delicadeza”.
Y para finalizar, tenemos que puntualizar que esa leyenda de la princesa cautiva en la isla del Barón que se bañaba todos los días en el mar totalmente desnuda, es más falsa que un duro cantonal, pero queda tan bonita...