Hacía mucho tiempo que yo no iba de boda, es una ceremonia a la que cada vez me invitan menos porque una vez que se han casado todos los primos/as, amigos/as, compañeros/as de trabajo, sobrinos/as mayores y vecinas más próximas, el cupo se ha acabado. Yo nunca me he casado ni tengo la más mínima intención de pasar por ese trance, pero no me importa asistir a las ajenas porque siempre me las apaño para pasar bien el rato de una u otra manera y esta vez no fue la excepción.La boda de Vanessa tuvo tintes especiales por varias circunstancias. Además de ser hija del gran Rafael de los Ríos, con quien tantos momentos profesionales y personales compartí, las dos trabajamos juntas en una radio local durante unos meses que fueron muy intensos y divertidos. Los años han pasado, ella ya no es la niña de entonces y aunque sigue siendo muy joven, ya le ha llegado el momento de "sentar la cabeza" y emprender una nueva vida de casada.
Y allí estuvimos, en su boda, muy clásica en todo su desarrollo, algo que se echa de menos en estos tiempos de ceremonias originales. Aquí se cumplieron todos los rituales y yo me alegré infinito de ver cómo después de haber pasado por los tragos más amargos que puede pasar un ser humano, la vida te sigue brindando oportunidades para sonreír.
Enhorabuena, guapísima, que nunca se borre esa sonrisa feliz que regalabas a todos el pasado sábado.
Lluvia de arroz dorado, para que los bienes sean mayores, supongo.
Maky, Anabel y Vanessa, compañeros y amigos.








2 comentarios:
Muy monos los novios pero falta una foto tuya vestida "p'air de boda jejeje
La tengo, pero ésa jamás se publicará, jaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa.
Que no quiero espantar al personal.
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