
He tomado prestado el título de esta entrada de un programa que en la temporada pasada hizo un buen amigo en la tele. Siempre me ha gustado y creo que le va que ni pintado a esta foto que hoy he encontrado cuando ponía en orden las miles de fotos que tengo archivadas, unas de trabajo y otras personales.
¿Qué significa esta foto?, poca cosa, en realidad, es el recuerdo el que me golpea cuando la miro. Deben haber pasado unos diez años, pero en mi mente ha sido media vida. Es un chiringuito que estaba en el paseo marítimo de mi pueblo. Unas obras 'modernísimas' se lo llevaron para adelante, en su lugar han hecho otro paseo y han puesto otros chiringuitos, pero ninguno es como éste. A él íbamos todos los domingos mi hermana y yo con mis padres, todavía en pie, todavía saludables. Mi padre murió hace ahora ocho años, mi madre ha sufrido todo tipo de caídas y operaciones que le impiden andar erguida o sin ayuda de la silla de ruedas; los amigos que los acompañaban también llevan encima un calvario de enfermedades y nosotras estamos envueltas en nuestras obligaciones diarias que incluyen fines de semana, incompatibles con una soleada mañana ante una cerveza y unas tapas. Todo se ha perdido, sólo la foto nos recuerda los años vividos.
Pero entre la dolorosa nostalgia, hay un atisbo de esperanza; el niño con gafas que sonríe a la cámara es mi sobrino. Entonces era un 'enano', ahora me saca la cabeza y está en pleno proceso de adolescencia. Se ha hecho mayor y ya vive su vida independiente de 'los mayores', pero recuerdo los tiempos en los que lo llevaba a él, a su hermana y a sus primas a fotografiar pájaros, a pasear por la playa y a ver todos los estrenos de 'La guerra de las galaxias'. Sigue tan simpático y dicharachero como siempre y su sonrisa me recuerda que aunque los tiempos sean duros, merecieron la pena los años vividos, aunque la imagen de mi padre, leyendo el periódico, me ponga al borde de las lágrimas.
En fin, en esta tarde de bando de la huerta en Murcia, aquí en la playa, me siento nostálgica.