domingo, 5 de mayo de 2013

Las madres, las heroínas de hoy en día...



Clara del Rey, heroína madrileña, muerta durante los sucesos del 2 de mayo de 1808 en el parque de artillería de Monteleón. Estuvo animando y ayudando a los defensores junto a su marido y tres hijos, murió por la metralla de una bala de cañón que le alcanzó en la frente.
Manuela Malasaña, 17 años, de profesión bordadora, que fue fusilada por los franceses cuando volvía a casa desde el taller de costura. Llevaba las tijeras en el bolsillo, arma de gran peligro en aquella sublevación del pueblo madrileño contra los franceses.
Benita Pastrana, murió cuando llevaba munición a los artilleros del parque de Monteleón.
María Beano, amante del capitán Velarde, murió de un disparo del ejército invasor cuando corría al encuentro del militar al oír los primeros tiros con los que dio comienzo la batalla contra los franceses.
El día 2 de mayo de 1808, muchas mujeres en Madrid se convirtieron en heroínas al luchar codo con codo junto a los hombres contra una potencia extranjera que pretendía apoderarse de su vida, sus almas y sus haciendas. Con armas tan peligrosas como tijeras, ollas de agua hirviendo o simples palos, canalizaron su rabia demostrando que el orgullo del pobre no puede ser pisoteado sin más por el más poderoso dragón militar del siglo XIX. Sus hazañas, más o menos exageradas, han quedado inmortalizadas en los libros de historia y en placas conmemorativas de la ciudad madrileña.
En el año 2013, España cuenta con un ejército de heroínas que lucha con uñas y dientes por preservar su modo de vida frente al feroz enemigo que ya no viste uniforme militar, sino impolutos y carísimos trajes de Armani y calza zapatos de piel de cocodrilo con los que pisotea los parqués de las Bolsas donde se juega el dinero del trabajador en provecho del malvado especulador.
Las heroínas de hoy en día se llaman Carmen, Asunción, Maruja, Trini, Concha o Antonia. Son las abuelas que en el declive de su vida, en lugar de disfrutar de los viajes del Inserso o las partidas de parchís del club de los mayores, se dedican a sacar adelante a sus familias, desoladas por el paro, arruinadas por las sangrantes hipotecas. Familias que se han visto abocadas a volver al hogar de los abuelos, con sus hijos en edad escolar, a los que la abuela consuela en sus acogedores brazos, preparándoles la comida casera con la que sus padres crecieron, guardando hasta el último céntimo de su pensión para comprarles zapatos y material escolar, mientras consuelan al hijo en paro, que reprime las lágrimas, que sólo es capaz de derramar en presencia de la madre.
La mamá, la abuela, la heroína de los tiempos modernos que saca fuerzas de flaqueza olvidando los dolores de un cuerpo castigado por una vida de trabajo... a ella se le deben dedicar todos los homenajes, todas las placas conmemorativas, todos los monumentos al valor y el amor que sólo una madre es capaz de dar a manos llenas.
Hoy es el día de la madre, sí, pero no debemos recordarlo como una celebración comercial, aderezada con el regalo del perfume y el pañuelito, sino como el día en el que debemos agradecerle con amor, con mucho amor, el enorme sacrificio que en estos momentos en los que los políticos nos han abandonado a nuestra suerte, están haciendo para que no nos hundamos en la mayor de las miserias.
En un día como hoy, las madres lo que más necesitamos es sentir ese amor y recibir un gran abrazo de nuestros hijos. Es el mejor regalo con el que se puede festejar el día de la madre.



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